miércoles, 5 de noviembre de 2014

-La verdad no creo que nadie me quiera en realidad, todos los que me rodean simplemente fingen y siguen con sus vidas como si nada.
-Yo te quiero. ¿Y vos?
-Yo también te quiero, pero...
-No, no a mí. ¿Vos te querés?
-Bueno... la verdad no.
-¿Por qué no?
-Porque siempre dejo todo a la mitad, nunca en mi vida pude terminar algo, nunca pude entregarme completamente a nadie, ni a vos, ni a Dios, nunca pude sentirme realmente amado por mis padres y por eso nunca voy a poder amar a nadie y me molesta muchísimo.
-Y entonces, ¿por qué no cambiás eso que no te gusta?
-Lo decís como si fuera tan fácil, lo intenté, siempre estoy intentando pero termino enojándome y hundiéndome de nuevo en la mierda que siempre fui. Creo que ya pasé por esa etapa de "querer cambiar" y ahora ya es tarde, ya no tengo ganas, estoy condenado a ser horrible por siempre.
-Qué estupidez.
-¿En serio pensás eso? ¿Me preguntás para decirme eso?
-Me parece una estupidez. El tiempo que vamos a pasar en este mundo es tan corto como para estar preocupándonos de que a los demás les molesta mi panza, el color de mi piel, el tono de mi voz al cantar. ¿En serio vas a desaprovechar cada momento odiándote y reprochándote cosas absurdas que te impiden disfrutar de todo lo bonito? Me parece una locura regalarle mi tiempo a esos pensamientos negativos, destructivos que sólo buscan lastimarme, humillarme, atraparme y no dejarme ir. Claro que es difícil, claro que todos van a cuestionarte, claro que vas a tener dudas y flaquear un montón de veces. Pero una vez que te des cuenta de todo lo que te perdiste por estar machacándote por dentro, vas a querer verlo todo. Vas a querer oler el aroma de la salsa que estás cocinando cada día, vas a parar un momento para sentir cómo te acaricia la brisa, vas a cerrar la boca para escuchar la risa de los nenes que juegan en la plaza.
-Pero, ¿cómo hacés? ¿cómo sabés reconocer el momento que estás viviendo sin pensar en cualquier otra cosa?
-Mirá, hace un rato cuando estábamos en el living y me contaste de la vez que fuiste a acampar y preparaste todo hasta que se hizo de noche y te diste cuenta de que no habías llevado la carpa, mientras nos reíamos pensaba en lo bonito que se siente el retumbe que genera cada carcajada en mi interior. Sin parar de hacerlo te miré y pensé en lo hermoso que sos, así riéndote. Me di cuenta de que en algún momento ibamos a parar de reirnos, se iba a hacer tarde, me iba a tener que ir y que muchos días más iban a pasar, hasta que me tuviera que volver a mis pagos. Y pensé que quizás mientras yo esté lejos vos podrías morir de alguna manera inesperada y rápida, como un accidente fatal o una infección mortal. Y nunca más iba a ver tu risa, nadie iba a verla más, ni a escuchar tu voz. Entonces intenté memorizar cada movimiento, cada facción y cada sonido, así, cuando ya no estuvieras tendría a mi disposición un pequeño video para recordarte y ser feliz. Y me di cuenta de que ése momento era un momento feliz, un momento para guardar por siempre.
-¿Todo eso pensaste mientras nos reíamos? ¿Tan rápido?
-Es curiosa la mente, en realidad todo esto pasó por mi cabeza en un segundo, o dos, pero ¿viste todo lo que tardé en contártelo? ¿todo el tiempo que lleva la meditación acerca de ese momento y la elección de las palabras correctas para poder transmitírtelo con lujo de detalles para que vos también lo puedas sentir. Por eso ya casi no escribo, supongo que prefiero pasar mi tiempo almacenando recuerdos felices, que transfiriéndolos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario