Cuando te vas muy lejos de un lugar y durante mucho tiempo, y después volvés (de visita, claro) todos te juzgan.
Porque vos te fuiste. Porque vos los dejaste. Porque vos elegiste alejarte. Porque allá donde estás ahora la vida es de color y maravillosa, y acá todo se está muriendo, todo esta gris y va para atrás.
Vos te fuiste, así que ahora bancate lo que se viene. Bancate que ya no formes parte de esto. Bancate no saber nada de nadie. Bancate que nadie quiera confiarte nada. Es tu culpa por irte.
Nadie sabe que el que se va también sufre. Que para mi también es difícil.
Nadie se imagina lo solo que se esta en un lugar nuevo y desconocido. Nadie piensa en la tristeza que da haberlo dejado todo por un sueño.... y verte fracasar en él.
Nadie sabe que acá todo es competencia, nadie te regala nada y nadie te ayuda en nada. Nadie sabe cómo se extraña el barrio, charlar en la vereda con los vecinos, omerse un asadito los findes en el campo, bien lejos de todo y encontrar la paz. ¿A dónde hay paz acá? Si es una metrópolis de cemento. Si todo el tiempo hay gente amontonada por todos lados. Si nunca tenés el tiempo ni el espacio suficiente para conocer del todo a alguien.
A mi también me dolió haberme ido.
Yo elegí perseguir mi sueño, elegí crecer, elegí hacerme fuerte.
Si alguien me pregunta qué es lo que más me dolió dejar, creo que no dudaría en contestar, que fue no poder verlos crecer. Nunca más van a ser chiquitos. Nunca más vamos a poder ver los dibujitos acostados tomando la mamadera. Nunca más voy a emocionarme hasta las lágrimas viéndolos hacer NADA en un acto escolar. Nunca más van a correr a abrazarme. Nunca más voy a ser tan feliz en una plaza solo por verlos reir y disfrutar. Nunca más voy a poder tirarlos del trineo. Nunca más van a decirme con tanta inocencia y soltura lo mucho que me quieren y lo mucho que me extrañan cuando no estoy, lo que desean que esté ahí cuando van a mi casa y ven mi pieza vacía.
Elegí también perderme el amor más puro de todos.
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