Todavía pienso en ese día. En esa última mirada. En esa última caricia.
Todavía espero que vengas a recibirme feliz, cada vez que llego, cada vez que vuelvo.
Fuiste mi luz. Mi compañera. La única que me vio llorar tantas veces, y sin embargo, ahí seguías para mi cada vez que te buscaba.
De alguna forma, desde el fondo de mi corazón yo lo sabía, sabía que ibas a irte, y por eso te dí mis mejores días, toda la ternura en mis caricias, en los abrazos. Todo el tiempo fue para vos.
Probablemente tenía miedo.
Todavía puedo verte, en los ojos de cualquier extraño, suplicándome un poquito de atención. Todavía escucho tus pasos en los cerámicos. Todavía siento tu aroma en el viento.
¿Qué le hiciste a mi corazón? ¿Cómo pude amarte tan rápido?
Fuiste curando cada partecita. Fuiste alegrando mis días con tus besitos, con tus ladridos, con tus travesuras.
¿Cómo hago para dejarte ir? Siempre estoy pensándote, siempre estoy esperando que vuelvas.
De alguna manera, siempre voy a estar esperándote
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