jueves, 27 de marzo de 2014
miércoles, 12 de marzo de 2014
jueves, 6 de marzo de 2014
Primero ella sonrió, y después, de pronto, se sorprendió conteniendo las lágrimas. Volvió la cara para que él no lo notara. Tenía algo que ver con su sensación de que nada era permanente, de que no había nada durarero. Los corazones dejaban de latir. La gente se ponía escopetas contra el pecho. No había nada ni nadie a quien ella pudiera conocer lo suficiente para conseguir que se quedara. Ésa había sido una de sus principales preocupaciones durante los últimos años de su vida: la idea de que ya no tenía tiempo suficiente para conocer de verdad a nadie. La mayoría de la gente la habría tachado de ridícula. Lo comprendía. Después de todo, sólo tenía treinta y tantos años. Pero cuando conocía a alguien, a una persona cuyas historias no se sabía aún de memoria, antes o después ese alguien empezaba a hablarle de épocas pasadas y entonces ella experimentaba la desagradable sensación de que le habían pasado demasiadas cosas y de que ya era tarde para intentar ponerse al día.
[...]
Decían que el amor era una luz capaz de iluminar la oscuridad que la gente lleva a cuestas. Ella era capaz de amar, pero ¿eso qué podía importar? En su experiencia, su amor nunca había mejorado nada para ella ni para ninguna otra persona, entonces ¿para qué servia? Nunca había podido confiar en su amor. Valía tan poco como unas moneditas. Sólo después de morir, cuando conoció a Luka, la panorámica del tiempo volvió a abrirse para ella y entonces empezó a pensar que quizá fuera posible conocer a alguien tan bien como se conocía a sí misma, que, después de todo, su amor podía ser suficiente para hacer que todo cambiara.
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Decían que el amor era una luz capaz de iluminar la oscuridad que la gente lleva a cuestas. Ella era capaz de amar, pero ¿eso qué podía importar? En su experiencia, su amor nunca había mejorado nada para ella ni para ninguna otra persona, entonces ¿para qué servia? Nunca había podido confiar en su amor. Valía tan poco como unas moneditas. Sólo después de morir, cuando conoció a Luka, la panorámica del tiempo volvió a abrirse para ella y entonces empezó a pensar que quizá fuera posible conocer a alguien tan bien como se conocía a sí misma, que, después de todo, su amor podía ser suficiente para hacer que todo cambiara.
Breve historia de los que ya no están
Kevin Brockmeier
2007
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